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Visité Lima para enseñar, pero ya sabemos que es un viaje de ida y vuelta en el que se aprende mucho más. Uno de los polos gastronómicos más grandes del mundo, repleto de sabores tan distintos e increíbles. Charlas, compañerismo, aprendizajes. El majestuoso Malecón, los suspiros de Barranco, los chilcanos de Queirolo, los tés de San Antonio, los gatos del parque. Y un compañero apasionado, de un azul profundo e inmenso: el Océano Pacífico.